Sunday, August 30, 2009

Volando solo /Roal Dahl

Tengo una pasión: los aviones y los artefactos bélicos, pero nada me gusta más como leer biografías o en este caso, autobiografías. Volando solo son los recuerdos de Roal Dahl durante su etapa como piloto de la RAF en el teatro de operaciones griego y más tarde sirio. Estamos ante una visión poco romántica y también poco hiperrrealista de un hombre para quien la guerra fue un hecho finalmente práctico, como lo dice en las siguientes líneas "La superviviencia no era por lo que uno luchaba más. Empezaba a darme cuenta de que única forma de comportarse en una situación en la que llovían bombas y pasaban silbando las balas, era aceptar los peligros y todas sus consecuencias con la mayor calma posible. Angustiarse y desesperarse por ello no servía para nada." Visto desde este punto de vista, las crónicas que Dahl hace de sus años como piloto no sólo es cruda, sino sensible a la vez. Relata un vuelo rasante por la pradera, mientras huye de los Uno-Cero-Nueve, y alcanza a ver una cabra, relata una escena casi jocosa de un león que se robó a una mujer, llevándola en el hocico durante más de doscientos metros y sobre todo, se respira en la obra el profundo amor de un hijo por su madre, visto desde las constantes cartas que Dahl envía a su madre desde los distintos campos de batalla. Las descripciones de los enfrentamientos aéreos que sostuvo son inquietantes, como la breve descripción que hace de la batalla de Atenas, donde los últimos 15 hurricanes que defendían Grecia se batieron con más de 200 Meschermints 109 y 11o. Y Dahl también habla en el libro, con amor, de los aviones, los viejos Gladiator, los confiables Tiger Moth y los terribles bombarderos Ju 88. Entre toda esta parafernalia bélica, sin embargo, es posible encontrar algunas anécdotas que darían pie a escenas y relatos de sus libros futuros. Leer Volando solo es como entrar al diario de un amigo, amigo que no pasaría exento de polémicas en su vida , un diario que nos sorprende por su sencillez y calidez.
Volando solo, Roal Dahl, Alfaguara infantil, México, p. 184, 1998

Thursday, August 27, 2009

El gran cambiazo/ Roald Dahl

Siempre he sentido debilidad por los cuentos y relatos largos. No es fácil escribirlos. Mantener la tensión y el interés exige de cierta cualidad de trabajo que no se consigue con los años. Y también, siempre he sentido cierta debilidad por la obra de Roald Dahl, de quien leí, curiosamente, en primera instancia una de sus obras para adultos: Mi Tío Oswald y después di un salto diría cuántico hacia su estupenda y sensible obra para adolescentes. En El gran cambiazo, Dahl nos narra cuatro picantes historias relacionadas con la libertad sexual. Dos son apuntes del gran diario del libertino ¿es acaso correcto llamar libertino al tío Oswald?, Oswald Hendryks Cornelius. Las otras son versiones chispeantes sobre el acto sexual. Es curioso que la obra de un escritor pueda desdoblarse tanto como la obra del británico, que siempre parece estar dándo saltos, nerviosa, inesperada, desde una niña que tiene poderes mágicos hasta la irresistible Anna Copper, una mujer que ha perdido al marido y coquetea con el suicidio hasta que encuentra a un viejo amante que la llevará a un inesperado final, en "El último acto", uno de los cuentos que componen este libro. El resto de los textos son: "El visitante", una crónica del tío Oswald cuando un misterioso hombre lo invita a su casa en el desierto, donde encuentra a dos sensacionales mujeres, "El gran cambiazo", la historia de dos maridos que fabulan un plan para intercambiar esposas por una noche, "El último acto", del que ya hablé y finalmente el cuento de "Perra", otro relato del tío Oswald donde éste ayuda a un científico a descubrir el aroma que puede poner a los hombres en celo, ¿más?, preguntará con ironía alguna lectora. Sí, más. En este caso, no importa que se cuenten las historias, leer a Roald Dahl tiene una magia inestimable. Al tomar sus libros somos siempre el lector más atento así que estemos leyendo Agu Trot o El gran cambiazo.
El gran cambiazo, Roald Dahl, Anagrama, 1994, 170 páginas.